Cuando gestionar es algo más que mover correos y atender el teléfono

Ahora que nos llenamos la boca con términos como intraemprendimiento, innovación, y otras zarandajas, no estaría de más dejar de mirarnos al ombligo y empezar por lo más sencillo. Me refiero a la honestidad, a la humildad, a la constancia, a ese cúmulo de valores digamos ancestrales, que desde tiempo inmemorial han intentado inculcar nuestros predecesores, con mayor o menor fortuna.

Y es que las grandes ideas muchas veces se quedan en el camino, o mueren de inanición, simplemente porque las hacemos tan grandes, tan huecas, tan megalómanas, que al final revientan de puro entusiasmo narcisista. Porque la mejor idea muere si no la centramos y la gestionamos con cordura.

Porque eso de que quien mucho abarca poco aprieta está tan de moda. Y mira que hay refranes. Pues este siempre me sale a colación. Me viene de cine para justificar situaciones a las que me enfrento a diario, tanto más en un momento como en el que me encuentro, de pura eclosión emprendedora, sumergida en un mar de dudas, algunas apasionantes, otras interrogantes, todas ellas, supongo, piezas del ecosistema en el que cada día me muevo con paso lento, pero seguro.

Gestionemos centrando las cosas, por favor. Menos palabrería y más acción. Pues serán los hechos, y solamente los hechos, la prueba del trabajo bien hecho, la prueba de la proyección ajustada, meditada y planificada.

Gestionemos pues. Activémonos.

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